Historia de un canalla by Julia Navarro

Historia de un canalla by Julia Navarro

autor:Julia Navarro [Navarro, Julia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2016-02-11T05:00:00+00:00


Pero no lo hice. No dije ninguna de estas palabras ni hice ninguno de estos gestos. Salí de la habitación del hospital sin mirarle siquiera.

Evelyn me esperaba en el aeropuerto de Barajas. En Madrid aquella mañana el sol iluminaba la ciudad aunque el frío se colaba por las costuras del abrigo. La luz, la magia de la ciudad era su luz.

Jim Cooper estaba con Neil Collins y un par de periodistas que éste conocía de sus andanzas por España. No sería por tanto hasta la tarde cuando me pusieran al corriente de la situación, de manera que aproveché para descansar en el hotel.

Me quedé dormido hasta que el teléfono sonó con insistencia. Evelyn me dijo que me esperaban en la recepción para ir a comer.

—Son las tres —respondí—. No es hora de comer.

—Recuerda que estamos en España. Aquí se come a esta hora. Hay un restaurante cerca y la comida es estupenda. Date prisa.

Sí, estábamos en España. Aunque por un momento me había olvidado de que los horarios españoles nada tienen que ver con los norteamericanos o los ingleses. Me sorprendía aquella gente capaz de trabajar y de vivir. La luz, me repetí, es la luz lo que les hace así.

Cooper me hizo un resumen de la situación. Las organizaciones ecologistas y los partidos políticos de izquierda y algunos periódicos eran un enemigo demasiado poderoso. No estaba resultando fácil diseñar la campaña para obtener apoyos que ayudaran a ablandar a la opinión pública, o para que al menos dudara sobre la conveniencia de permitir que se efectuasen las prospecciones petrolíferas. Aunque en el sur de España las cifras de paro fueran elevadas y el petróleo pudiera salvar la maltrecha economía, nada de eso parecía hacer mella en el ánimo de quienes veían a las empresas petroleras como un enemigo abominable.

La ideologización de la sociedad española era más fuerte que la británica y, desde luego, que la norteamericana, donde la militancia no pasaba de un patriotismo básico que nadie cuestionaba.

—¿Por dónde creéis que hay que empezar? —pregunté.

—Ya hemos establecido un acuerdo de colaboración con otra agencia —dijo Cooper—. Su propietario se llama Pedro López. Necesitamos a alguien que conozca el terreno, sobre todo quién es quién y cómo tratarlos. El dueño de la agencia es un tipo singular. Yo diría que es un sinvergüenza, pero lo suficientemente listo para moverse entre dos aguas. Tiene buena prensa. Nunca se ha metido en política; su agencia se limita a estudios de mercado para marcas.

—Pero bueno, ¿por qué insistís tanto en lo de derechas y lo de izquierdas? —protesté.

—Porque este país está dividido por la mitad; o estás en un lado o en el otro, y basta que unos digan A para que los otros respondan B. Es sorprendente, pero aquí nadie escucha. En ocasiones, las posiciones se basan en estar en contra de lo que diga el adversario, no en un pensamiento propio que lleva a unas conclusiones —añadió Evelyn.

—Bien. Contratemos a un detective que investigue la vida de los opositores al proyecto,



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